La artrosis es la enfermedad articular más frecuente en España, se trata de una enfermedad degenerativa causada por el deterioro del cartílago articular, indispensable para el buen funcionamiento de la articulación, ya que es la superficie de amortiguación y deslizamiento entre los extremos óseos que forma cualquier articulación.
Durante el desarrollo de la artrosis, el desgaste del cartílago articular puede alterar el cartílago articular del hueso opuesto de la propia articulación, provocando que comience el mismo proceso de desgaste, y como consecuencia, puede llegar un momento en el que los cartílagos desaparezcan y aparezca el dolor. A medida que el cartílago va desapareciendo, el hueso reacciona y crece por los lados (osteofitos) produciendo la deformación de la articulación.
Esta enfermedad puede llegar a producir alguna incapacidad funcional en la persona que la sufre, que la impida desempeñar sus actividades cotidianas.
¿Qué la produce?
La causa principal de la aparición de la artrosis es el deterioro del cartílago, por lo que aparece frecuentemente en personas mayores de 50-55 años.
La repetición de malas posturas debido al trabajo o a la práctica deportiva, la sobrecarga por presión sobre un cartílago, sobreuso de una articulación, pueden dañar el cartílago articular y favorecer el desgaste del mismo.
Síntomas
Los síntomas más frecuentes son el dolor articular, la limitación de los movimientos, los crujidos y, en algunas ocasiones, el derrame articular. Además, algunas personas pueden presentar rigidez y deformidad articular.
El dolor artrósico no siempre es constante, es posible que personas que padecen artrosis puedan estar durante largos periodos de tiempo sin padecer dolor.
Prevención
La mejor manera de prevenir esta enfermedad es llevar una dieta sana y equilibrada para evitar sobrepeso y obesidad, dieta mediterránea por ejemplo, y realizar ejercicio físico de forma moderada, actividades que sean acordes a la edad y el estado físico actual de la persona.
También conviene limitar el esfuerzo físico intenso, como cargar objetos pesados o las actividades laborales que implican sobreesfuerzo.
Si ya se padece la enfermedad, se deben evitar los movimientos que producen dolor, pero sin llegar a inmovilizar la zona.
Actividad física y Artrosis
Numerosos estudios han relacionado las actividades deportivas con el desarrollo de artrosis, sin embargo, la actividad física se recomienda a las personas que la sufren, ¿cómo es posible?
Si bien es cierto que el ejercicio intenso, no controlado, sobre todo el enfocado a la competición, genera en las articulaciones unas fuerzas y sobrecargas que aumentan el desgaste del cartílago, la actividad física moderada y controlada hace que las articulaciones estén, por decirlo de alguna manera, fuertes y sanas.
Si hablamos de personas que ya padecen la enfermedad, el ejercicio físico se prescribe con la intención de evitar el sobrepeso, que no haría más que sobrecargar una articulación con el cartílago dañado, aumentando su desgaste.
Por eso, tanto si padeces, como si no padeces artrosis, el ejercicio es muy importante, siempre y cuando esté controlado, y con la intención de mejorar la salud. Es bueno caminar, ir en bicicleta y practicar la natación, pero los deportes de contacto o de gran sobrecarga física son menos recomendables. Además existen también ejercicios específicos para cada articulación que esté afectada por la enfermedad, que se basan en la movilización no dolorosa, es decir, buscar los grados y ángulos adecuados en los que esa articulación puede moverse, y moverla para que esté lo más fuerte y funcional posible.
Consejos:
Peso corporal correcto
La obesidad es una de las causas de la enfermedad, y además hace que esta progrese más rápidamente. Habla con tu médico o un especialista en nutrición para que te recomienden unas pautas de alimentación adecuadas.
¿Calor o frío?
El calor es más beneficioso en la artrosis, alivia el dolor y relaja la musculatura, pero en ocasiones, la articulación artrósica puede tener un brote inflamatorio, en estas ocasiones mejor aplicar frío local, eso sí, no más de 10 minutos seguidos.
Mejora tus posturas
Evita sentarte en sillones o sofás hundidos, y usa sillas con respaldo recto, donde tus caderas y rodillas mantengan una posición natural y tus pies estén en contacto con el suelo.
Evita sobrecargas articulares
No cojas pesos excesivos, procura no caminar por terrenos irregulares y no estar de pie excesivamente sin descansar.
Calzado adecuado
Mejor un calzado de suela gruesa que absorba la fuerza del impacto del pie contra el suelo al caminar. Para las chicas, es preferible emplear zapato plano o con un ligero tacón, en lugar de usar tacones altos.
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