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domingo, 4 de agosto de 2019

Entrenamiento y cáncer de mama


Según datos de la “aecc” en España, se producen 25.000 casos de cáncer de mama al año. Uno de los datos más preocupantes que nos muestran, es que con respecto al año 2025, el incremento será del 11 %

El cáncer puede empezar en casi cualquier lugar del cuerpo humano. Él mismo, está diseñado para que las células vayan creciendo y naciendo, en función de las necesidades del ser, al mismo tiempo que otras células van reemplazándose y muriendo. Al descontrolarse estos mecanismos, dará lugar a un tumor o nódulo, que a su misma vez, si invade tejidos u órganos, se denominará cáncer.

Pese al miedo a esta enfermedad y a la gravedad de la misma, debemos tener en cuenta que el ejercicio físico es un gran aliado, y desde el minuto 1 debe practicarse, bien continuar realizando ejercicio si ya lo hacían, o empezar a entrenar si eran personas sedentarias, movilidad articular, trabajo de resistencia y también entrenamiento de fuerza.

Sin embargo, el miedo y el desconocimiento son los principales factores que contribuyen a no realizar ejercicio físico antes, durante o después del tratamiento con cáncer. Además hay que añadir los efectos secundarios del propio tratamiento como la fatiga, el cansancio o las náuseas, lo alejan todavía más, ya que muchas mujeres creen que el entrenamiento intensificará dichos efectos secundarios y en lo que al entrenamiento de fuerza se refiere, todavía más, aunque esta creencia es totalmente errónea.

Un ejercicio físico planificado y de calidad hará que encontremos adaptaciones que están directamente relacionadas con la disminución de este tipo de cáncer. Estas son algunas de las más significativas:

- Se aumenta la capacidad antiinflamatoria, debido al aumento de las citoquinas antiinflamatorias, relacionándose con el descenso Proteína C-reactiva. Derivando en un aumento de Adinopectina, y descenso de Leptita.
- El efecto realizado sobre las hormonas sexuales (incremento de la SBHG y decremento de estrógenos y andrógenos)
- Reducción de los niveles de insulina y glucosa. Esto a su vez, previene la aparición de diabetes tipo 2, mejorando la resistencia a la insulina.
- Reducción de el tejido adiposo, al disminuir el índice de masa grasa, y masa grasa visceral, mejorando los niveles de hidroxivitamina D.
- Reducción del daño oxidativo al ADN, proteínas y lípidos, al aumentar los niveles de enzimas antioxidantes.

Pero eso sí, repito que este ejercicio físico debe estar planificado y ser de calidad, a la vez que individualizado, específico a las características de cada persona. Teniendo en cuenta factores como la fase que se encuentra (antes, durante, después…de sufrir la enfermedad), el efecto y estado de los otros tratamientos (quimioterapia, radioterapia…), así como su nivel de condición física en el momento de empezar el programa de entrenamiento.

Al principio de este post hacía referencia al trabajo de resistencia y de fuerza, pues bien, te lo explico ahora con un poco más de detalle.

Trabajo de resistencia

Es muy importante, ya que sujetos con cáncer, llegan a tener un 30 % menos de capacidad que sujetos sedentarios sin enfermar (Jones, 2013). Entre otras cosas, fruto de la quimioterapia y sus medicamentos, se puede producir cardiotoxicidad desde la última sesión hasta 30 meses más tarde.

Es por ello, que para su correcta prescripción debemos tener en cuenta el efecto agudo tras el tratamiento, pero nunca dejar de prescribirlo.

Entrenamiento de fuerza

Es común a las personas con las que trabajo y he trabajado (si hablamos de cáncer) el pensar o que las hayan recomendado no hacer ningún tipo de esfuerzo, menos aún si hablamos de cáncer de mama, algo así como “nunca más de dos kilos con ese brazo”, si bien es cierto que al principio (primeros 6 a 12 meses) se debe prestar mucho cuidado a una persona se le hayan extirpado ganglios axilares, en una operación para extirparle un tumor, y que después será necesario seguir teniendo cuidado, pero el trabajo de fuerza no entraña peligros para una superviviente de cáncer de mama, siempre que se haga con una buena planificación, que implique una progresión adecuada.

Gracias a este trabajo de fuerza, bien supervisado y con una progresión adecuada, no tiene repercusiones en el riesgo de linfedema en pacientes operadas de cáncer de mama (Dos Santos et al, 2017), pero si tiene muchos beneficios, como puede ser:

- la reducción de la fatiga  
- el aumento de la densidad ósea
- la reducción de peso, cuestión de gran importancia en la recidiva de un cáncer como el de mama y que se hace duro de abordar por las pacientes a quienes, en muchos casos, se les provoca una menopausia prematura (con la menopausia, el metabolismo cambia y disminuye el gasto) engordando sin entender en muchos casos el por qué de ese gran aumento de peso.

Empezaremos con un trabajo bilateral, genérico que permita adquirir correctos patrones de movimiento y niveles de fuerza general, después tendremos que incluir trabajo unilateral, ya que los músculos del brazo afectado tiene peor activación. Es por ello que tenemos que tener en cuenta que el rango de movimiento debe ir en continua progresión, debido a esto último, es muy importante trabajar de forma específica la flexibilidad y el rango de movimiento.

Otra ventaja del entrenamiento de fuerza vigilado y controlado por profesionales, es la disminución de la probabilidad de sufrir una lesión.

Ya para terminar, según un estudio, por elegir uno de los ya numerosos trabajos sobre el entrenamiento de fuerza con pacientes de mama, realizado con 255 pacientes, publicado en 2016 por Kassen y otros , la funciones muscular y la sarcopenia (disminución de fibras musculares), se han asociado con un pobre rendimiento, un mayor riesgo de mortalidad y mayores efectos secundarios en pacientes oncológicos. En este estudio, se llegó a la conclusión, al comparar las diferencias significativas entre las pacientes y los individuos sanos, la necesidad de ejercicio físico lo mas pronto posible con el fin de prevenir o contrarrestar la perdida de función muscular después de la cirugía curativa, así como las consecuencias de la terapia neoadyuvante.

Este es un estudio reciente pero, en los últimos años ya son muchos los que han llegado a esta conclusión…la necesidad de que las pacientes con cáncer de mama hagan ejercicio, desde el minuto uno de la detección de cáncer, y que éste no debe limitarse a un mero paseo… Parece clara, la importancia de un entrenamiento bien planificado.

Felices agujetas!!

photo credit: Irene Miranda Texture via photopin (license)

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